En el artículo anterior les comenté los pasos para vivir una vida sin desperdicios:
Rechazar
Reducir
Reutilizar
Reciclar
Hacer abono
(solo en ese orden)
Les hablé de cómo he logrado reducir por medio de rechazar ir al supermercado todo el tiempo. Es solo cuestión de identificar lo que necesito comprar y preparar los envases (como con las galletas).
Como segundo paso, reducir, quise experimentar con los artículos de uso personal. Pensé que tenía que atacar lo más personal primero para luego extrapolar a otras dimensiones en mi entorno. El cambio es de adentro hacia fuera. No podría decirle a los demás, por ejemplo, que coman saludablemente si yo no lo hago.
Los artículos de uso personal, al parecer tan insignificantes, pueden representar un gran avance para vivir de manera más sencilla con menos desecho. Si los usamos 1 o más veces todos los días, así de rápido generamos basura y por muchos años. Al modificar este rubro, así de rápido estaremos ayudando al ambiente, ¡por muchos años!
Decidí cambiar mi desodorante. Mi experiencia con desodorantes es vasta, los he probado en barra y aerosol, en gel y anti manchas. Comprados de último momento o seleccionados con cuidado. De varios precios. No soy ajena al truco de lavar con agua caliente para quitar la mancha que queda en las camisetas. Yo qué sé… Lo normal.

Adivinen cuál es mi nuevo desodorante.
Una pista: no incluye tener que fumigarme las axilas a diario.
Por dicha siempre hay alguien un paso adelante de uno; recordé que mi amiga Fabi tenía una piedra que era desodorante y le pedí el nombre para probar cómo funcionaba…
LA PIEDRA DE ALUMBRE
Dado que la meta es reducir el material de desecho,
no esperen un análisis detallado de su composición y usos.
La piedra de alumbre ha sido un gran descubrimiento. Considero que es la transición más fluida que he tenido. Es un proceso limpio, la piedra es fácil de usar y transportar. Simplemente se humedece con agua y se frota contra la axila (igual que con cualquier otro desodorante en barra), se forma una capa transparente y se deja secar. A mí me dura todo el día. Supongo que otras personas ocuparán una segunda aplicación por la tarde.
Han pasado 6 meses (julio 2016) desde que compré la piedra de alumbre y todavía queda para rato. No he recibido ninguna queja por apestosa. No tengo alergias. No veo manchas en la ropa.
Entonces, hagamos el recuento del empaque: el producto viene en una caja de cartón con un plástico en frente y la piedra misma está montada en una base plástica relativamente pequeña (que podría ser más pequeña aún o no estar del todo). Para agregarle 1 o más bolsas, recuerdo que antes tenía que envolver el desodorante en gel cuando iba de paseo porque de alguna manera se podía regar. Ya no tengo que pensar en eso.

Aunque viene un empaque, considero que es más fácil para la gente reciclar este que los desodorantes de la primera foto, con las latas de aerosol. Si ponemos la cosa en la perspectiva de la población general, lo más común es que se separen los residuos en papel, cartón y plástico. Pocas personas reciclan baterías, latas de aerosol o materiales distintos porque no saben si se puede o no reciclar y si lo aceptan en el centro de acopio o no (o tal vez soy solamente yo la que opina eso). Por lo mismo no incluyen todos los plásticos en esas cajas de reciclaje, ¿verdad?
Mi nuevo desodorante es de lo que más me ha gustado de esta experiencia hasta el momento. De verdad recomiendo esta opción y estoy satisfecha con el resultado. Plus emocional personal, se me hizo notorio que la materia prima viene de Alemania.
A los que no les funcione y quieran probar con otros métodos, suficientes recetas hay en internet para desodorantes naturales. Tal vez pueda yo misma experimentar con otro método cuando se me termine la piedra de alumbre y les cuento cómo me va. Para gustos hay de todo en este mundo. No tengan miedo de experimentar. De por si sus desodorantes regulares van a estar ahí cerca por si caso…
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Con el gusto de llevar el tema más allá, otra cosa que decidí dejar son los aplicadores. Sirven para muchas cosas, principalmente para meterlos en las orejas, lo cual entiendo tampoco es tan bueno. Sirven, asimismo, para usar una sola vez y botarlos. Lo seguro es que no seguiré comprando muchos palitos plásticos y envases o bolsitas. A esas personas que sí necesiten aplicadores por sus labores diarias, los insto a buscar alternativas y ser responsables con el modo de disponer del desecho. Me encantaría saber quién recicla los aplicadores o si se les van en la basura regular.
En fin… Así, una cosa lleva a otra, se genera una cadena de decisiones pequeñas, acciones espontáneas que van formando nuestros hábitos.
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Di Vargas