
En términos generales, se entiende como minimalismo a la tendencia de vivir con lo esencial. Aun con esta definición tan noble, propongo borrar la imagen del diseño de interiores antes de continuar. Al imaginar un cuarto minimalista, es normal ver un espacio blanco, los muebles parecen ser multifuncionales, hay máximo 3 jarrones por ahí, en esa casa nadie lee ni cocina y seguramente el diseñador cuesta caro. Comprendamos que no solo por medio del arte y del diseño se experimenta el minimalismo, sus aplicaciones prácticas van más allá.
El minimalismo conjugado con la vida sin desperdicios revela nuestras preferencias de consumo y nos acerca a la simplicidad necesaria para integrar en el día a día los esfuerzos para reducir nuestra huella. Una limpieza con el minimalismo en la mira (para cualquier espacio) aumenta el valor de las cosas que REALMENTE utilizamos, las cuales son menos de las que pensamos. Sin lugar a duda, hacer un análisis de pertenencias es de gran ayuda para entrar en el ambiente del cero desperdicio ya que con el tiempo se pierden de vista objetos, se amontonan documentos, se sobrecargan las repisas, no sabés dónde pusiste esto o aquello, lo cual representa un desperdicio de recursos, en mi opinión.
Le llamo limpieza porque incluye acciones como vaciar, escarbar, reubicar, adecuar y descargar, además del factor higiene (barrer, aspirar y desempolvar). Dichas tareas no son difíciles de llevar a cabo, pero pueden ser abrumadoras pues de seguro vas a encontrar todas aquellas cosas que llevás escondiendo durante años. Por eso les aconsejo revisar los siguientes puntos para mantener todo bajo control ANTES, DURANTE y DESPUÉS.
ANTES DE EMPEZAR
Definir el objetivo: prohibido continuar sin primero establecer la meta. Es vital definir desde el inicio la intensidad de la operación, de lo contrario se puede volver una tarea titánica y ese no es el punto; hay que disfrutar la experiencia. Se puede hacer limpieza minimalista en cualquier momento, según lo necesitemos y no tiene que ser TODO el cuarto o TODA la casa. Cada uno elige qué quiere hacer. En mi caso, me vi motivada por una mudanza, debía integrar mi cuarto de alquiler con el resto de mis pertenencias abandonadas en el olvido. No podía haberse presentado mejor oportunidad para zambullirme de cabeza y reducir el material extra a mi alrededor (en la medida de lo posible). Mi acercamiento al tema fue bastante intenso: 2 semanas para abarcar ropa, zapatos, bolsos y bultos, paños y ropa de cama, artículos de uso personal, de oficina, libros y peluches, entre otros.
Asignar estaciones de trabajo: cuando lleguen a la hora de la verdad seguro entrarán dudas de qué hacer con ciertos artículos y puede venir la frustración al no encontrar la respuesta. Otras veces empezamos a tirar todo al suelo con la idea de liberar espacio de almacenamiento y terminamos con montañitas que no nos dejan caminar. Por eso, las estaciones nos abren espacio para movernos y decidir qué hacer con las cosas en su debido tiempo; nos permiten enfocar la energía en dar continuidad al proceso sin desesperar, nos ayudan a identificar lo mío, lo ajeno y el desecho. La idea no es sacar y botar sin distinción todo lo que no ocupemos; adoptar una estructura de trabajo nos puede salvar de horas muertas viendo alrededor. Propongo 4 estaciones de trabajo:

LA HORA DE LA VERDAD
Rechazar la tentación (según tus propias reglas): va a llegar un momento decisivo y no sabrás si dejarte la colección de hielocos y las fotocopias de la universidad que llevás 8 años sin revisar. Como mencionaba, si de verdad están pensando en minimalismo, no pueden dejarse todo lo que quieran. No voy a hablar de apegos porque cada cabeza es un mundo, pero por este motivo el primer paso fue establecer el objetivo que nos guía en estas encrucijadas. Mi estrategia fue prestar atención a las cosas que SI uso con frecuencia y preferir los objetos con mayor vida útil. Aceptémoslo, muchos artículos ya pasaron sus momentos de gloria y 20 lapiceros no hacen nada en una gaveta si están guardando moho. ¿Llevas más de 1 año sin usar “esto”? Si ni siquiera sabés la respuesta, mejor compartir este objeto con alguien que lo necesite.
Reducir el espacio de almacenamiento: tener estantes permite amontonar chunches, las gavetas son un agujero negro en el que se pierden las llaves, los lentes, las limas, las medias, los CDs, etc. Algunos tenemos la costumbre de hacer subniveles: tener varias cajas dentro de las gavetas, lo cual esconde aún más las cosas. Les aconsejo considerar qué mueble pueden retirar del lugar conforme avance el proceso. Recuerden: para disponer de las cosas hay que poder verlas, no ocultarlas, por eso saqué todas las cajas y empaques. Con este ejercicio eliminé un ropero y 2 gaveteros de mi habitación, ahora no sé qué tanto metía ahí.
DESPUÉS DE LA ACCIÓN VIENE MÁS ACCIÓN
No hemos terminado todavía. No se trata simplemente de ordenar, separar o reacomodar por tipo o color. Para concluir exitosamente hay que retirar las prendas y los objetos por completo de nuestras casas si no van a tener un uso específico o inmediato. Aquí es donde las diferentes estaciones agilizan las tareas posteriores a la limpieza: falta repartir las cajas de reciclaje y reutilización, y dedicar ratos para descubrir cómo se desecha el ¿reciclaje?. Poco a poco llevamos a reparar las cosas y hacemos trueque o donamos lo que consideremos apropiado. Seamos solidarios, alguien más se puede beneficiar y darle larga vida a nuestras cosas.

No sé si separé mucho o poco reciclaje, pero hago borrón y cuenta nueva con la basura de mi habitación.
En fin, para mi tener menos, es más: menos molote, menos basura, menos estrés, más espacio, más disfrute, más aprecio. Tomen esta experiencia y apliquen lo que mejor se acople a ustedes en el presente. Si conocen a alguien que podría poner en práctica estos consejos, háganle el favor de compartir la información.
¡Manos a la obra!
Di Vargas