
Hace unas semanas tuve la oportunidad de ir a la playa, a las hermosas tierras de Sámara. Unos 4 días antes de partir empecé a planear con el fin de generar la menor cantidad de basura posible. Este reto en específico me parece de gran relevancia dado que en la vida hay que moverse, pasear, festejar y demás, de manera que los principios del cero desperdicio deben poderse aplicar en las distintas actividades por igual. Asimismo, nosotros ponemos de nuestra parte y vamos adaptando nuestras rutinas para facilitar su implementación. A mí me gusta crear retos de manera constante que fomenten mi transición a mejores hábitos de compra. Por un lado, es divertido y por el otro, cualquier avance mío o de ustedes es ganancia para todos.
Como primer paso junté mis snacks de playa. Tengo un surtido de bocadillos de mi preferencia y se consiguen fácilmente sin empaque: uvas, manzanas y maní, por ejemplo. Suficiente para mis necesidades durante 2 días en la playa. Alisté 3 botellas de vidrio para las cervezas, un par de bolsas de tela, mi pañuelo y la botella de agua reutilizable. Gracias a esta preparación, partí con seguridad de hierro, fuerza mental y astucia para enfrentarme a la adversidad. Y fallé en el intento…
FALLONAZOS
Abordemos lo que no salió tan bien…
Olvidé el maní en casa [música de desolación]… Se lo terminó comiendo mi mamá.
Las uvas se pusieron agrias, creo que estaban un poco maduras cuando las compré y dejarlas al sol no ayudó.
Olvidé las botellas de vidrio en el hostal y se las llevaron.
Compré protector solar. Esto en específico lo considero medio fallonazo porque quiero evitar el cáncer de piel. Prometo investigar más al respecto.
En los restaurantes dan los tenedores envueltos en plástico.
Desayunar en sodas muchas veces incluye café con el azúcar en bolsitas.

VICTORIAS
Por supuesto hubo varias situaciones a mi favor. Veamos los ejemplos a continuación como métodos efectivos y fácilmente repetibles:
Recogí basura. Puede parecer básico, pero seguir los rastros de materiales traídos por las olas u olvidados por humanos no era parte de mis días de mar antes.
Logré mantener activado el modo NO PAJILLA en todo momento. Por dicha los restaurantes parecen estar al tanto y anuentes a colaborar.
Mi bolsa de tela ayudó a comprar pancitos para el camino. Prefiero esto que la bolsa de papel.
No es necesario comprar colas para el cabello, en la playa se encuentran GRATIS y sin esfuerzo. En este paseo a la playa encontré 2 colas. Veamos cuántas hallo este año.

CON LA VISTA EN EL FUTURO
¡Claro que hay gloria en fallar! Para poder identificar las áreas de mejora es imperativo que algo salga mal una que otra (y otra y otra) vez… Se valora, además, la utilidad de las estrategias que si sirvieron y así duplicarlas en las siguientes oportunidades. Dicen por ahí que no vale de nada conocer sin actuar, por ende, debo ir más allá del análisis y extiendo el alcance del reto. Me voy confiada en que este plan de acción me acercará un poco más a mi ideal. Mientras tanto voy pensando cómo hacer realidad estas metas:
Comer uvas y maní sin los inconvenientes del paseo actual.
Ordenar el ceviche con un patacón en lugar de las galletas de paquete. Esta idea me emociona bastante. ¿Se imaginan que rico debe saber eso? *Si su negocio es un restaurante, por favor siéntase en la libertad de aplicar esta idea.
Encontrar una soda que sirva azúcar en azucarera en lugar de bolsitas.
Recoger más basura. Si todos dedicáramos un ratito a limpiar nuestros alrededores, veríamos los resultados en un dos por tres.
Para agregarle un poco de sabor: comer granizado sin usar plástico desechable. Yo viví en Puntarenas y soy fanática de los coperos; ojalá nunca acabe tan venerada ocupación, pero yo tengo que ocuparme de los plásticos mientras tanto.

Esta foto es de 2015, cuando apenas empezaba a educarme sobre reducción de materiales de desecho.
¿Y ahora hay que planear todos los paseos de esta manera? Mejor sí. En caso de ser demasiado, empiecen con una sola actividad, por ejemplo, pedir el ceviche con patacón a ver qué pasa. De verdad, las opciones sin empaques sobran: en la estación de buses en San José hay cafeterías con bocadillos en el tercer piso, en la estación de Nicoya tienen maní por si se les olvida (como a mi), por todo lado hay frutas a la venta y uno puede arreglárselas en muchos restaurantes para disminuir los materiales desechables.
El peor intento es el que no se hace, con cada experiencia se toman puntos de mejora y seguimos andando.
¡Pura vida!
Di Vargas