Reducir la basura que generamos no es cuestión de pajillas solamente. Las oportunidades de consumir menos desechos están por todo lado. En este artículo les anoto casos en específico de mi experiencia a fin de que ustedes los pongan en práctica la próxima vez. Vale la pena hablar de ellos porque son tan cotidianos que casi podemos sentirlos entre los dedos, sin embargo, normalmente pasan inadvertidos. De hecho, me gustaría saber si surgen en las propuestas de reducción de desechos.
El negocio de producir basura está tan consolidado e infiltrado en la mente de los consumidores que va a ser un reto para todos nosotros salir de esa burbuja: todo producto medio frágil debe tener una protección, no es bonito ver una fruta abollada, se quiebran los vasos de la tienda al carro a la casa, si está rayado no lo compro (aunque se vaya a rayar a la primera usada), de fijo el batido se riega si no le ponemos tapa, se contamina el jabón si no está emplasticado y es impensable que no te den la caja respectiva con la marca bien visible.
Entre todos inventamos necesidades y modos de distribuir desechos de una mano a la otra, para comida, para recuerdo, publicidad o porque se ve bonito. Me da la impresión de que culpamos demasiado a las bolsas plásticas por contaminar nuestro planeta, sin aceptar nuestra responsabilidad como consumidores. Dejemos de pretender que no hay por dónde reducir nuestra basura en el día a día.
Además de los ejemplos que he mencionado, quiero destacar unas cuantas de las diversas fuentes de desechos en nuestro ambiente.
TOMEN NOTA:
CAJAS DE PRODUCTOS: los empaques pertenecen al lugar donde se generan. Si compran zapatos, dejen la caja en la zapatería, a menos que le tengan asignada a la caja un uso extraordinario. Demos la oportunidad a la tienda de encargarse de su basura y nosotros nos encargamos de la nuestra. Una amiga me enseñó hace poco que esto aplica a otras situaciones; le regalé algo que venía en una caja, ella tomó el producto y me dejó la caja. ¡Qué mujer tan inteligente!
EMPAQUES DE FRUTAS Y VERDURAS: pensemos en la papaya como base. A veces está envuelta con un plástico disque para protegerla, a veces no. Creo que algunos comercios lo retiran de previo, pero igual está presente. Entonces la primera opción sería comprar papaya en lugares donde no presentan esa “protección” blanca, o si la ofrecen con eso, quitarla y dejarla en el lugar. Tengamos esto en mente al comprar uvas, lechuga o kiwi. Mantengamos la basura lejos de nuestra casa.
ARTÍCULOS PROMOCIONALES: estos artículos los regalan en el banco o en ferias de empleo, carros, universidad, festivales, etc. Siempre hay excusas para fabricar materiales en cantidad a bajo costo para promocionar algo. Estemos atentos a estas cosas: lapiceros, llaveros, libretas, botones, folders, volantes y panfletos. ¿Esos artículos son el medio por el que queremos recibir información sobre comercios o servicios?
SOUVENIRS: llaveros, imanes para refrigerador, jarras, monederos, estatuitas, joyeritos, rosarios diminutos, marcapáginas. De esto no hay mucho de qué hablar. Hay un motivo por el cual venden llaveros de la Torre Eiffel en la Peña de Bernal en México. ¡Qué curioso! Les ruego inviertan ese dinero en una buena comida tradicional en el lugar, yo me conformo con escuchar la historia después.
PORTAVASOS: en algún momento coleccioné portavasos de bares. Hay tantos diseños que parecía entretenido atrapar unos cuántos. Sin embargo, ahora entiendo que no necesito 15 portavasos en mi cuarto. Apuesto que podemos pensar en objetos similares para evitar acumular aunque sean gratis y bonitos.
CHICLES: se los juro, todavía siguen apareciendo papelitos de chicle entre mis cosas a pesar de que llevo más de 1 año sin comprar chicles. Dejar de lado los chicles fue uno de los primeros pasos que tomé para vivir sin desperdicios y no me arrepiento. Esto incluye no aceptar chicles ni mentas que te ofrecen amigos. Para mejorar el aliento al final del día, coman una manzana o se lavan los dientes. No los culpo por caer en la tentación de los confites, se dificulta la tarea al ser tan pequeños y tan apetecibles.

Siempre que esté en nuestras manos, prefiramos opciones duraderas, reutilizables, con poco o cero empaques. Reevaluemos la utilidad y el valor de nuestras compras. No importa qué estilo de vida llevemos, con un solo objeto fuera de nuestra lista de compra ganamos un viaje directo a un mundo más limpio y sencillo. Es más fácil de lo que parece. Si me dan chance, les alargo la lista:
la taza del café para llevar,
la bolsa de la repostería de la panadería,
la botella plástica de la coquita,
el estereofón de la orden para llevar,
el encuadernado de las fotocopias,
las pruebitas de comida en el supermercado,
los panfletos en la calle.
¿Qué más podemos agregar?
Me encantaría saber qué hacen ustedes. ¿Qué les parecieron estas propuestas? Si tienen más ideas, compártanlas en los comentarios debajo del artículo.
Saludos,
Di Vargas