He notado que alguna gente se asusta, le da pena o siente culpa cuando se entera acerca del cero desperdicio. En ocasiones esconden la botella de plástico que andan en la mano o se disculpan conmigo.
Comprendo la reacción porque la definición de cero desperdicios es retadora, no enviar nada al relleno sanitario por medio de rechazar, reducir, reutilizar, reciclar y compostar. Cualquiera se siente en desventaja frente un mundo empaquetado si apenas separa más o menos bien los materiales para el reciclaje.
Por eso, aplaudo a la gente que decide empezar su proceso de disminución de basura, mas antes de darle de baja al basurero, deben saber que es apenas el inicio de un proceso que toma un par de años.

Es preciso disfrutar la fase del BAJO DESPERDICIO a fin de asentar en nuestra vida las buenas prácticas que descubrimos. El bajo desperdicio es el PROCESO, desde el primer chicle que dejé de comprar hasta los empaques que guardo para saber cómo se reciclan. Significa tomar la mejor decisión posible ante potenciales residuos en distintos escenarios.
El ideal claramente es no consumir los materiales de desecho o así lo he interpretado de manera personal. Por ende, mi modo de operar se basa en no comprar el material para no tener que ver qué hago con él después, a sabiendas de que no estoy exenta de producir residuos y tampoco puedo prever cada situación.
Al mismo tiempo, no bajo la guardia y sigo motivándome a tomar acción, contenta porque mi fase de bajo desperdicio está en desarrollo. Intento que mi nivel de “bajo” sea cada vez más bajo, sin olvidar que habrá días con más residuos que otros. En estos primeros 6 meses he comprendido que el cero desperdicio me inspira a seguir adelante y el bajo desperdicio me llevará hasta ahí, procurando repetir este proceso las veces necesarias hasta lograr el “cero absoluto”.
Volviendo a la gente que esconde sus botellas cuando hablan conmigo, nunca está de más recalcar que el proceso depende de las necesidades y la disposición de cada quién; lo más importante es haber tomado la decisión de reducir residuos en general y actuar consecuentemente.
Un ejemplo claro de esa buena actitud al inicio y durante el proceso de reducción es Ludwig, un joven que expresó claramente de qué se trata esto: “Claro, hoy tengo en la mano este empaque y café para llevar, pero mañana ya no me puedo hacer el loco”.
¡Bienvenidos al bajo desperdicio!
Di Vargas