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LA ODISEA DE LAS BOLSAS

¡SE ME OLVIDÓ EN EL CARRO!

¡LA DEJÉ EN LA CASA!

¿A quién no le ha pasado?

Yo antes tampoco cargaba bolsa de tela, ni me pasaba por la cabeza. Aunque a principios de 2016 ya conocía un poco sobre el cero desperdicio y leía blogs al respecto, no se veía reflejado en este aspecto.

En abril de ese año me mudé a un aparta, por lo que me tuve que encargar de mi alimentación. Ahí fue donde las cosas empezaron a cambiar, ya que empecé a ir a la verdulería una vez a la semana con la buena intención de cargar mis bolsas de tela.

Claramente en intenciones quedé. Me pasó lo mismo que a todo el mundo: la bolsa quedó en la mesa del comedor o debajo del asiento del carro. Y en el caso de andar una, era muy pequeña y solo era una. O sea, quedaba en las mismas, a seguir intentando.

La solución al olvido se dio en los meses posteriores al aceptar cuanta bolsa me ofrecía la vida, fuese comprada en el súper o regalada. Poco a poco me empezaron a salir bolsas por todo lado, en la casa, en los bolsos y en el carro, con lo que me era más sencillo no olvidarlas.

Hoy en día tengo unas 15 bolsas de distintos materiales, texturas y diseños, las cuales me facilitan la tarea de acomodar los productos. Descubrir la funcionalidad de cada una me motiva más a usarlas y optimizar mi proceso de compra. Ahora planifico con mayor frecuencia cuál voy a llevar para qué:

Las redes sirven de lo mejor para las lechugas, espinacas o hierbas. Son ligeras, permiten ver el contenido y dejan que los productos respiren a través del material. Esta última característica evita que se dañen por el calor durante la compra o por el frío en el refrigerador.

Las de tela de manta son versátiles y aceptan muchos productos a granel: semillas, arroz, pan, hasta café molido. Recomendaría estas para andar en el bolsillo a diario porque se compactan bastante. Si se ocupa mayor apoyo o firmeza, están también las telas gruesas o tipo saco. Fijo acá van las cosas pesadas y las botellas.

Por último, en vista de que el carro se queda guardado en ocasiones y por amor a mi espalda, también uso un salveque, el cual aprovecho para las cosas más pesadas, algún recipiente o meto las bolsas individuales ahí.

¿SIEMPRE ANDAS BOLSA?

No siempre, también soy humana y todavía me falta preparar mi conjunto de artículos para el diario vivir de manera más consciente a ver si lo convierto en una tarea 100% automática. Sin embargo, intento de todas las maneras posibles evitar las plásticas, lo cual es igualmente importante. Tomo las oportunidades de fallo y las resuelvo a medida que se presentan. Por ejemplo:

  • En el carro extiendo las bolsas en los asientos para aumentar la oportunidad de verlas y no olvidarlas.

  • Si se quedaron en el carro, dejo el carretillo por ahí mientras las voy a recoger.

  • Otra opción es ir a la sección de panadería y agarrar una bolsa de papel antes de ir a la caja.

  • Improviso bolsas con mi pañuelo o bufanda.

  • Y la mayoría de las veces practico malabarismo.

Con todo, si cada uno de nosotros logra llevar bolsas de tela una vez a la semana o evitar de alguna manera las plásticas, ESE día hay que celebrarlo y pensar que nuestro ejemplo motiva a otros a intentarlo también.

Di Vargas


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