“Di, estás más flaca, ¿verdad? ¿Qué estás haciendo?”
Me han hecho esta pregunta varias veces en los últimos tiempos y si, estoy más flaca. Tengo la sensación de que me desinflé (por ahí le dicen liviandad) y los pantalones me quedan más flojos que en febrero de este año. Esto pasó y yo apenas cuenta me di.
Reforzar los hábitos de compra con el fin de reducir envoltorios ayuda a mejorar la alimentación y bajar de peso indirectamente. No crean que he dejado de comer o pasado hambre porque toooodo viene envasado. Más bien esta modalidad me ha permitido disfrutar manjares de otras fuentes, preparados con un poco más de cuidado.

Dejando el tema de las llantillas en un segundo plano, la dieta mágica del cero desperdicio se desarrolla en 3 áreas clave:
Usar el empaque contra la tentación: cuesta apegarse a una dieta porque no hay nada que prevenga comerse ese chocolatito, ese heladito, esas papitas. La voluntad de reducir tallas no es suficiente en muchos casos, sobre todo cuando los efectos de esos antojitos se reflejan en el cuerpo hasta unas semanas o meses de consumo, no de inmediato.
Al colocar el empaque como el enemigo, el material es la limitante. Este es visible YA. Ahí está, abierto, roto, cortado, destrozado y se acumula con el bulto oloroso del basurero. Si puedo ver el empaque, el apetito se esfuma en un dos por tres. Esto aplica también a los refrescos embotellados y la comida de cadenas de restaurantes como aquel de la M de "me taquea las venas".
Cocinar con productos frescos: despedirse de las salsitas preparadas, los frijoles molidos, las sopas instantáneas, los dip, las especias, el consomé, los aderezos y otros aditivos en empaques que "huelen a plástico" (botellas, bolsas metalizadas o tarritos).
Se supone que le darán mejor sabor a la comida, sin embargo, en poco tiempo me doy cuenta que es sencillo prescindir de varios de ellos ya que no tienen comparación con la sala de tomate natural que me enseñó a hacer mi mamá. Ese ejemplo por sí solo me motiva a mantenerme en lo natural.
Comprar productos de calidad: resulta que muchos de los productos disponibles a granel son artesanales, locales, orgánicos o de comercios especializados. Entre ellos están las pastas, salsas, jamón, carne, pollo, granos, semillas, té y queso. De fijo son más ricos que los producidos en masa.
Asimismo, la base de mi dieta ahora son las frutas, verduras, vegetales, legumbres y alimentos relacionados. Son lo que se consigue fácilmente sin empaque. Visito ferias o verdulerías que brinden la confianza de que no han viajado días o semanas desde quién sabe dónde congelados o llenos de preservantes.
Para finalizar, todas estas prácticas se integran a la rutina por partes, tomando producto por producto, con prueba y error en distintas situaciones. Seguro es más sencillo abrir un paquete de Naturas que ponerse a hacer la salsa y el factor tiempo no siempre está de nuestro lado, mas acostumbrarse a reducir empaques y planificar mejor las comidas valen el esfuerzo.
Sin duda se lo recomiendo a todas las que quieran experimentar cambios positivos en su cuerpo.
Di Vargas