Ya que hablamos de los efectos positivos de la dieta natural, les comparto una de las primeras recetas que he aprendido a fin de sustituir las salsitas empaquetas. Elegí esta receta porque realmente es sencilla y la he usado ya varias veces.
Quiero vencer esa percepción de que falta tiempo para cocinar o para probar cosas nuevas. En lo personal me resulta formidable empezar con el pie derecho ahora que de nuevo estoy en un apartamento, aprovechando que a Zoila (o sea, yo) le toca encargarse de su alimentación.
No subestimemos el poder de una tarea simple como lo es crear salsa a partir de un par de tomates. Aprender de corazón cosas de este tipo se filtra por las venas, reconfigura la manera en que medimos el esfuerzo requerido, nos hace ver que si podemos avanzar por medio de una acción cada vez.
Como cada día representa una nueva oportunidad para formar hábitos en pro de la meta de reducción de materiales, hago una apuesta conmigo misma, experimento con nuevas recetas e intento incluirlas en los quehaceres diarios. Por supuesto, procuro disfrutar el proceso porque necesito convertirlo en una constante. ¿Qué mejor manera que por medio de la comida?

La receta o, para ser más exacta, la base de la receta para esta salsa de tomate es sencilla, rica y cumple con mis expectativas: ocupa poco esfuerzo y tiempo para estar lista. Digo “base” porque siempre le cambio las proporciones dependiendo de los ingredientes que tengo a mano. Así se ve el asunto:
INGREDIENTES:
Tomates
Cebolla
Ajo
Chile dulce
Orégano seco del jardín de la madre
Albahaca de mi maceta (en su segundo intento por convivir conmigo, luego de recibir ayuda experta).
PREPARACIÓN:
1. Picar la cebolla, el chile y el ajo. Sofreírlos al gusto en una olla con poquito aceite de oliva.
2. Por aparte, picar en cuadritos los tomates y agregarlos al sofrito. Yo no le quito la piel entonces me ahorro el tiempo de ese paso.
3. Condimentar con sal, orégano y un poquito de azúcar para compensar la acidez del tomate.
4. Dejar hervir a fuego medio por unos minutos hasta formar la salsa. Los tomates soltarán líquidos, por lo que queda al gusto si agregar un poquito de agua.
5. Decidir la contextura deseada:
- Con pedazos de tomate: simplemente espesar la salsa.
- Con trozos medianos: majar el tomate con la cuchara contra los bordes de la olla.
- Sin trozos: licuar la mezcla antes o después de cocinada.
6. Para degustar, se acompaña con vegetales, queso y pasta comprados a granel. Sin olvidar la albahaca picada encima.

Lo bueno de esta salsa es que se mantiene un buen rato en el refrigerador de modo que es posible preparar mayor cantidad para guardar en conserva. Este ejemplo con 3 tomates medianos bastó para 3 comidas con pasta y 1 porción de pollo desmechado en salsa.
¿Qué tal? Al final no es complicado cocinar sin aditivos, sin salsitas de paquete, sin pasta en lata, sin sazón completa ni especias de paquete. Si una veinteañera como yo puede hacerlo, al rato otra gente también lo logra; tal vez con la salsa, tal vez con otras recetas.
¿Lo prueban y me avisan cómo les va? Asimismo, acepto recomendaciones.
¡Provecho!
Di Vargas