De vez en cuando me topo con ojos de desconfianza y caras extrañadas ante la propuesta de productos amigables con el ambiente. Hablo en específico de las situaciones donde noto que el objetivo de las preguntas hechas es obtener material para rechazar el producto o la idea.
Por supuesto cada quien tiene derecho de informarse, de preferir una cosa u otra o tener curiosidad real. Sin embargo, me llama la atención el terror de mucha gente a probar cosas nuevas, muestran UN miedo a que no funcionen igual que las actuales. Es como si probarlos fuese una mega molestia o tuviesen que protegerse por algún motivo.
A estas personas debo decirles: ¡por supuesto que no funcionan igual! Y eso ESTÁ BIEN.
Claramente implican nuevas experiencias porque son productos con otros ingredientes, modo de fabricación y creados bajo paradigmas diferentes, más con un alto nivel de calidad. Todas las diferencias que puedan tener MARCAN LA DIFERENCIA porque esa es la idea: consumir diferente, vivir de modo distinto para bien.
Con respecto a la experiencia de usuaria de vivir de modo más sostenible, toca saber que no comeremos la misma comida, no es el mismo queso, ni las mismas aceitunas, ni el maní. La pasta se ve, se cocina y sabe diferente (más rico obvio). Así mismo, el cuerpo reacciona y habrá un periodo de adaptación a esos cambios.
Lo mismo con algunos productos de cuidado personal; estos se aplican de otro modo y dejan otra sensación en la piel o el pelo. Algunas pastas de dientes hacen espuma, algunas no; incluso pueden ser aceitosas, al igual que el bloqueador solar, por ejemplo.
Del mismo modo, la presentación de los artículos y los lugares donde se compran estas cosas también son otros. El ritmo de consumo es más lento, se compra pan cada par de días en lugar de apoyarse en la bolsa plástica para mantenerlo “fresco” y los enlatados bajan de cantidad en la alacena, entre otras mejoras.
En general se empieza a ver el mundo desde una nueva perspectiva. Pues, es andar por otro camino.

ESTAR DISPUESTA
Reiteremos el objetivo de todo esto: en lo personal la idea es variar mi modelo de consumo, mejorar hábitos, crear nuevos sistemas de relacionarme con los productos y la comunidad en pro de la limpieza ambiental y para desintoxicar la vida en muchos otros aspectos (finanzas, salud, tiempo, comunicación, por mencionar algunos).
Al tener eso claro, las excusas o supuestas limitantes se desvanecen. Estar alineada con ese objetivo, tanto de mente como de acción, alimenta la motivación para superar los “inconvenientes” que cualquier propuesta innovadora vaya a presentar. YO decidí estar dispuesta a experimentar esos cambios.
Regresando a mis queridos reticentes, solo puedo decirles que las inquietudes iniciales acerca de los productos o demás partes del proceso se calman al aceptar las sensaciones que conlleva adoptar nuevos hábitos en lugar de seguir escogiendo lo rápido y fácil que nos ofrece el mundo.
Nada bueno se logra sin un poco de esfuerzo. Si queremos graduarnos de algo, debemos pasar por el “inconveniente” de estudiar. Si queremos tener cuerpos más saludables, debemos pasar por el “inconveniente” de hacer ejercicio y comer mejor. Si queremos dejar de usar carro, debemos pasar por el “inconveniente” de aprender a andar en bici o dedicar un poco más de tiempo para ir en bus. Si queremos ir de viaje, tenemos que pasar por el “inconveniente” de ahorrar por un tiempo, o sea evitar botar el dinero en otras cosas.
En el caso de la basura, si quiero reducir materiales, debo alejarme del sistema de consumo masivo, de los estándares tradicionales de conveniencia hasta cierto nivel. Los productos y la comida son parte de todo, y si, son diferentes. Los bueno es que, si ustedes fueron a ver una feria verde o una charla sobre este tema, es porque ya se animaron. Bajemos el tono a las excusas y empecemos a cruzar nuestros caminos con un paso y luego otro, y otro, y en un tiempo otro.
Aprovechemos este momento para invertir en la cultura que queremos fomentar, invirtamos en nuestra calidad de vida un producto a la vez, un alimento a la vez, un recurso a la vez. Y si luego de probar decidimos que ese en específico no es la mejor opción para nosotras, estamos en libertad de seguir adelante con otro producto o de dar un pasito atrás mientras buscamos la siguiente opción.
Ahora, en enserio, ¿seguimos por el camino de siempre (con las excusas de siempre) o nos damos una vuelta por otro sendero?
Di Vargas