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LAVE Y LAVE PLATOS

A partir de agosto he adoptado un nuevo pasatiempo: lavar y recoger platos. El haberme pasado a un apartamento y tener que cocinarme todos los días me obliga a dedicar un buen rato a esa bella danza de remoje, friegue, enjuague, seque, acomode y repita según sea necesario hasta que dejen de salir platos sucios (siempre aparece alguno más por arte de magia).

Desde el primer día viviendo aquí tuve que enfrentar el reto de las esponjas plásticas. No soy perfecta y no había tomado esto en consideración antes de pasarme. Me apoyé en la esponja regular de mi compañera de aparta unas cuantas veces mientras pensaba rápidamente en una opción que se alineara con mi ideal no sintético.

Por dicha armé mi equipo de lavado de platos sin mayor dificultad y la mayoría de cosas ya las tenía en mi haber. ¿Quieren saber qué hice? Bueno…

¡PREPÁRENSE PARA UNA PROPUESTA SÚPER INNOVADORA Y FUTURISTA!

(¿Notan el sarcasmo?)

El PASTE como esponja general. Los vasos, las copas y algunos recipientes requieren una esponja que no raye, por lo que un paste funciona a la perfección. Ya tenía de esto guardado porque también lo uso para bañarme entonces solo tuve que cortar un pedazo para la cocina.

Normalmente consigo pastes en el Mercado Central de San José a 1.000 colones más o menos y cada uno se puede dividir para varias esponjas. Voy por la segunda esponja; la primera duró un mes y medio y para desecharla la agregué a la composta del apartamento.

La ESPONJA METÁLICA. Claro, el paste es insuficiente para retirar costrillas o restos secos platos, sartenes y ollas. Para eso tengo una esponja metálica. Esta me la dio mi mamá que es conocedora de ese tipo de productos.

Esta esponja métalica es amigable con mis dedos, no raya y no suelta herrumbre (todavía, y no sé si lo hará). Estoy satisfecha con este producto por el momento y también la uso para limpiar el fregadero. Descubrir cómo disponerla luego de su vida útil queda de tarea para otro día.

El CEPILLO DE CERDAS NATURALES. En diciembre había comprado dos cepillos de algún tipo de tallo seco pensando que para algo podían servir. Por dicha los tenía a mano ya hora los usaré en mi cocina.

Estrené solo uno y tengo el otro de repuesto para cuando el primero se dañe. El único cuidado que requiere es dejarlo secar por separado para evitar le moho en el centro y de vez en cuando se pone en sustituto de cloro por si acaso.

Me gusta mucho haber encontrado estas herramientas porque así no tengo que usar esponjas plásticas que de fijo van al basurero, ni comprar cepillos o hisopos plásticos de esos que se desechan por completo cuando se gastan las cerdas. Hasta suena absurdo decir eso: el mango completo se bota solo por cerdas gastadas.

Entiendo que para algunas personas puede parecer extraño el uso de materiales naturales para restregar los platos, incluso he recibido risas al mencionarlo. Parece que se nos ha olvidado que ya existían estas cosas y nos acostumbramos tanto a lo que nos da el supermercado que nos cegamos a las posibilidades que ya teníamos a mano.

Considero que estas opciones son mejor que las comerciales que no se pueden reciclar y terminan muy seguramente contaminando algún lugar del mundo.

De ahora en adelante vendrá una corridilla de mejoras en el hogar en pro del ambiente, todo gracias a mi nueva situación de vivienda. No me disgustan las tareas relacionada con el cuido del aparta; más bien me presentan nuevas situaciones que resolver con respecto al manejo de residuos.

Como siempre, voy notando cada vez más oportunidades a todo mi alrededor y estoy dispuesta a resolverlas con la mayor creatividad posible.

Di Vargas


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