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LA COMPOSTERA

A principios de este año, pensé que ya era hora encontrar una manera de no botar los restos de comida al basurero convencional. Esto por dos razones principales:

Primero, ya el año pasado me había dado cuenta de la cantidad de comida que desperdiciaba y que se me iba sin un fin positivo; segundo, porque es horrible aportar a los líquidos de la basura y de la comida que chorrean por detrás del camión.

Por eso, mi madre y yo probamos hacer el compostaje en un hueco en suelo del jardín. Pensamos que eso era lo que hacían o hacen en fincas o cuando las casas tienen patios amplios. Fue todo un trabajo en equipo: el jardinero nos ayudó a hacer el hoyo, mami separaba las cáscaras en la cocina y yo me encargaba de darle vueltas a la mezcla con una pala.

A pesar de ayudarnos a reducir el volúmen de la bolsa de basura, pronto descubrimos aspectos contraproducentes de esta práctica, como la aparición extraordinaria de moscas y el mal olor que expedía. Asimismo, nos advirtieron que de igual manera estaríamos enviando lixiviados a la tierra por no ser un proceso controlado.

Aunque lo que he leído en internet no confirma que sea una mala práctica, después de un tiempo decidimos cerrar el hueco y seguir buscando opciones. (Si alguien tiene información fidedigna con respecto a lixiviados en huecos de jardín, por favor compartirla.)

RESPUESTA DEFINITIVA

Ahora que estoy en mi apartamento sin jardín, me animé a la opción de una compostera doméstica como solución definitiva a la necesidad de manejar mis residuos orgánicos.

El sistema que elegí se llama takakura. Lo que hace es simular el reciclaje de nutrientes que se da naturalmente en el suelo del bosque, solo que lo realiza en una caja pequeña desde la comodidad de mi apartamento.

En esta caja se encuentran hojas, ramitas, tierra y los importantes microorganismos que descomponen los alimentos hasta generar abono, el cual se puede usar posteriormente para enriquecer la tierra de jardines y macetas.

La experiencia ha incluido muchas situaciones sensoriales que ayudan a apreciar todo el proceso. Como les decía, al recibir la caja, esta olía fresca y se veía justo como si hubiesen tomado suelo de algún parque nacional y lo hubiesen traído a mi casa. La gran ventaja es que con el tiempo no despide olores desagradables, se mantiene con esa cualidad de frescura.

Inicialmente no se pueden ver los microorganismos (por más que metiera la cabeza para revisar). Esta curiosidad la he compartido con mis familiares y amigas que también se animaron a comprar una compostera. Pasabamos preguntando, “¿cuándo aparecen los tamaguchis?” Luego de un mes y medio tuve la alegría de ver unas bolitas pequeñas de color café y dorado caminando sobre las cáscaras.

Al ir agregando los restos de comida, la mezcla se calienta gracias a los bichitos que se comen todo. Es muy fácil notar cómo se desintegran todos los elementos incluso de un día para otro. Pues, las semillas de aguacate y algunas cosas duran un poco más en descomponerse.

A diferencia de otros medios de compostaje, este sistema acepta de todo, hasta cítricos y carne cocinada. Se lleva muy bien con restos secos como harina vencida y hojas para mantener el nivel de humedad controlado. Sin embargo, se recomienda no agregar grasas, líquidos, huesos ni carne cruda.

El único esfuerzo adicional que requiere de mi parte es tener un recipiente para ir colocando los restos de comida y una vez al día mezclar el contenido de la caja por 10 minutos para que se oxigene. Disfruto dedicar el tiempo a esta tarea acompañada de música, unas tres canciones bastan para completarla y se pasa en un dos por tres.

Una vez alcanzada su capacidad máxima, se coloca la mitad por aparte y se deja secar unas semanas para desactivar los microorganismos para luego poder usar el abono. Ya estoy pronta a pasar por ese proceso, entonces tendré abono para regalar.

Entre las experiencias están unos gusanillos negros gruesos que aparecen si se deja la comida expuesta previo a agregarla a la caja. No considero esto una desventaja ni me da asco porque parecen una cáscara seca. Estos gusanos son lo más noble del mundo y aportan luego a los nutrientes del abono porque se mueren por el calor de la caja. Si estamos simulando el suelo del bosque, ahí también hay gusanitos...

Dos de los beneficios adicionales de mi caja compostera es el precio, el cual ronda los 40.000 colones, y no necesita de agregados posteriores. O sea que la inversión inicial es bastante cómoda y solo se hace una vez. Además, la creadora me lleva de la mano con cualquier duda por medio de un grupo de Whatsapp donde se comparten las experiencias de otros usuarios.

Me alegra mucho haber encontrado mi caja de takakura y la recomiendo a todos los que gusten reducir la bolsa que sacan cada semana para el relleno sanitario.

Di Vargas


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