Hablemos de recipientes.
Esta herramienta es ahora más importante que nunca en mi vida porque hace rato decidí no recurrir a varios recursos que normalmente facilitan mantener la comida fresca; por ejemplo, los empaques regulares del supermercado, las comidas preparadas, el plástico de cocina y las bolsas zip-lock, entre otros.
Dado que estas cosas ya no son parte de mi vida, yo debo velar por proveer un espacio tanto para la compra como para el almacenamiento de cada alimento crudo y preparado. Dependiendo de cada uno de estos escenarios y del tipo de alimento, así serán los recipientes que necesito.
Tengo tarros de todo tipo, igual que cualquier otra y otro ama y amo de casa y caso. Así disfruto la versatilidad que necesito de ellos:
Ligeros para ir de compras a granel.
Grandes para comprar suficiente volumen para el mes.
Pequeños para preparar mis porciones de comida.
Algunos que van directo al refrigerador o al congelador.
Herméticos para que no se rieguen los líquidos.
Herméticos para proteger la harina, el cereal, condimentos y otros granos (fuchila polillas).
Tampoco tengo un sistema tipo Sheldon; tengo unos cuantos que son fijos, como la quesera y el del jamón. Más allá de eso, antes de salir de compras escojo entre los Tupper que estén vacíos y vámonos. Luego decido con qué los lleno.

VIDRIO O PLÁSTICO
En lo que respecta al material, no me gustaría engañarlos diciéndoles que mi alacena es puro vidrio porque no es realista. No se dejen vender que así se logra o debe ver el cero desperdicio. Mi fin máximo es evitar los empaques, entonces tanto los plásticos, acrílicos como de vidrio me ayudan a lograrlo.
Cada uno tiene sus beneficios y debilidades. Para mi los Tupper son lo mejor porque conservan la comida por bastante tiempo. Eso es de gran valor para aprovechar todo. Aunque es plástico, en mi casa tenemos historial de cuidar mucho las cosas, entonces nos duran bastante tiempo. Por ejemplo, el recipiente del arroz de mi mamá tiene más de 20 años.
El vidrio es de lo mejor también, pero hay que tratarlo con cuidado. Este no siempre aguanta cosas calientes, si se quiebra quedan las tapas sontas, y las tapas de metal se herrumbran con facilidad o si se golpean no cierran bien.
De nuevo, hay que jugársela con lo que hay.

LA LETRA MENUDA
¿Ya se dieron cuenta de la cantidad de recipientes que hay que andar manejando? Acá viene la letra menuda de la que nadie te habla: la cantidad se multiplica porque no solo están los de la comida ya cocinada, sino que cada ingrediente se almacena en su propio tarro por aparte.
¿Saben qué significa eso?
Quiere decir que se ocupa un poco más de tiempo en la cocina para lavar los recipientes.
Como he dicho antes, siempre sale de algún lado algo más que enjuagar. Yo lo hago con gusto porque es parte de mi rutina, pero después no me digan que no les dije.
Di Vargas