Al igual que para muchos, el café es muy importante en mi vida. En mis mañanas no puede faltar una taza de café, o dos. Tomo café desde que tengo memoria y no pienso parar pronto. Mi disfrute con esta bebida me lleva desde las tardes de pan con natilla hasta el café chorreado a la par de un fogón.
Hace unos años que viví en el extranjero, compartía una cafetera italiana con las chicas del apartamento, donde mezclaba el expresso con leche caliente (según yo para hacer un capuccino) y lo tomaba como si estuviese en una plaza en Roma. Un tiempo después me hice de mi propia cafetera italiana, con la que preparo ricos cafés americanos.
Dado que esta cafetera tiene las limitantes de necesitar una fuente de calor directa para funcionar y su tamaño solo sirve para 1 o 2 tazas, en los últimos meses se han unido a mis herramientas una bolsa para chorrear café y una prensa francesa. Ambas me han ayudado a preparar café para más personas y cuando me ha faltado una cocina. Solo necesito agua caliente, la cual se puede obtener por otros medios.

De lo que más me gusta de estas maneras de hacer café, es la exploración con los sentidos que viene de la mano con ellas. Disfruto del tiempo que requiere la preparación, mientras paseo por sonidos, sensaciones e imágenes que no te da un coffee maker regular:
El vapor que sale del CHORREADOR y el sonido del chorro de agua crean el ambiente ideal para sentarse a tomar una tacita.
La PRENSA FRANCESA requiere atención para que los granos queden atrapados bajo la prensa y el calor de la taza anuncia que pronto estará lista esta mágica bebida.
La CAFETERA ITALIANA silba para avisar que está listo el café, expulsando un chorro de vapor por si no entendiste.

Sin haberlo planeado, de esta manera he podido reducir residuos cada día al hacer café; principalmente los filtros que normalmente ocupa un coffee maker. ¿Son malos los filtros? ¿Acaso no se compostan? Seguro que si, solamente que si los puedo seguir evitando, mejor. En esto es cuestión de costo y beneficio porque no se puede negar que estas máquinas son muy convenientes para hacer cantidades industriales para familias numerosas y facilitan la mañana si se anda de prisa. Aún así, al menos yo no compraré una pronto.
Aparte de desaparecer los filtros, mi proceso de cafetear incluye comprar el café molido a granel con empaques reutilizados o en un recipiente, y compostar la borucha en casa para cerrar el ciclo a la perfección.
Con respecto al precio del café a granel, por el momento he pagado 5.400 colones por medio kilo, lo cual iguala o supera los precios del supermercado. Como todo en este proceso, los precios varían según el distribuidor y es cuestión de seguir buscando opciones. En este caso, acepto el costo adicional para alcanzar mi meta ecológica.
Ahora, seguiré disfrutando mi café, ojalá con una linda tarde de este verano tan esperado.
Di Vargas